LA ÉTICA EN UN MUNDO GLOBALIZADO
El desarrollo humano depende fundamentalmente de las ideas, valores, prácticas, relaciones e instituciones comunitarias y sociales en las que crece la persona, entre ellas la escuela.
Las ideas y valores de la comunidad funcionan como expectativas que la persona debe aprender, es decir interiorizar por medio de la interacción social. Las expectativas sociales se convierten en necesidades, intereses y capacidades que nos definen como seres humanos. El principio de la esperanza en el que nos hemos formado nos dice que aunque el ser humano está condicionado por su ambiente socio-cultural, puede mediante su pensamiento y acción entender, criticar y transformar su relación con dicho ambiente y con ello a sí mismo y a su ambiente.
El mundo en el que nos desenvolvemos de manera consciente, o bien, inconsciente, esta forjado por valores, que a lo largo de la historia no sólo han ido cambiando sino también se han ido perdiendo, al cambiar las necesidades de la sociedad, cambian los valores con los que se rige dicha sociedad, sin embargo hemos llegado al punto en el que la sociedad no respeta dichos valores y en cambio, vivimos en un mundo egoísta, lleno de egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo, en palabras de MORIN (1999).
Es por eso que se ha vuelto sumamente indispensable recuperar y promover la conciencia ética, que no es otra cosa más que tener claro cuáles son los valores que determinan nuestras acciones en cualquier ámbito de nuestras vidas.
El mundo globalizado en el que actualmente nos desarrollamos, ese mundo con un flujo de información constante, con tecnología cada vez más avanzada, con los medios de información cada vez más involucrados en la sociedad, etc., nos ha llevado a un comportamiento egoísta y con poca tolerancia hacia las ideas y opiniones de otros.
Es importante rescatar desde los ámbitos que más influyen en nuestras vidas esos valores que deben regir nuestras conductas y decisiones acerca de nuestra vida, desde la familia y la escuela debemos sentar las bases de manera sólida que permitan al sujeto no sólo tener conciencia de sus actos, sino que llegue a la comprensión de la complejidad humana, es decir, según Morín, (1999) ser tolerantes ante la diferencia, respetar y ser solidarios con los otros, dejar el individualismo que nos caracteriza para aprender a vivir en sociedad a través del respeto y la tolerancia, basados principalmente en la democracia, entendiendo ésta como la posibilidad de ser ciudadanos libres y responsables y no como la hemos llevado hasta ahora, gracias a nuestras autoridades que no tienen ética, pues vivimos en un mundo lleno de corrupción, donde las minorías reciben los mayores beneficios, mientras que las mayorías reciben poco, o en muchos de los casos, nada.
Debemos esforzarnos por cambiar, por pensar y tener conciencia de que un cambio en nuestras vidas repercute en un cambio en el mundo, un claro ejemplo es en el cuidado del medio ambiente, es típico pensar que si nadie separa la basura por qué lo voy a hacer yo, sin embargo si dejamos de pensar en los demás de forma negativa y en cambio, pensamos lo haré yo para dar el ejemplo a los demás y porque me preocupa el mundo en el que vivo y debo comenzar por cambiar y ayudar desde el punto en el que me encuentro para lograr una mejora a nivel global, es decir comenzar de lo particular e individual, para llegar a lo general y social.
De acuerdo con Morín, (1999) lo anterior lo podemos rescatar desde la ética de la comprensión, que es una filosofía de vida que pide en primera instancia comprender de manera desinteresada a los demás, al mundo que nos rodea, actuar por convicción propia y no porque busquemos un beneficio en nuestro actuar, tener una visión global de cada situación o acto en el que nos encontramos, es decir argumentar y refutar pero también escuchar y respetar las ideas y opiniones de los demás que de algún modo siempre nos enriquecen y nos permiten tomar en cuenta otros puntos de vista, comprender la incomprensión y naturalmente comprender antes de condenar.
“Comprender es también aprender y reaprender de manera permanente” (Morín, 1999)
Lo anterior requiere un cambio de conciencia en cada uno de nosotros, pero también formar en los niños la conciencia ética que les permita actuar para un bienestar común, y esto lo lograremos desde dos ámbitos que son parte fundamental de nuestra formación, la familia y la escuela.
La familia es la base para el desarrollo del individuo, es ahí donde se forman nuestros valores, por lo que debemos actuar de manera congruente entre nuestro pensar, hablar y actuar, para así predicar con el ejemplo, si buscamos que nuestros hijos cuiden el medio ambiente, escuchen y respeten a los demás, bien pues debemos cuidar el ambiente, debemos escucharlos, respetarlos, tomar en cuenta sus opiniones, como familia cada vez que se vaya a tomar una decisión que involucre a todos, pues deben hablar, escucharse mutuamente y buscar entre todos llegar a un acuerdo que permita la satisfacción de cada uno de los miembros.
De igual modo como familia hay que apoyarse, distribuir las tareas domésticas entre todos, ayudarnos con las labores académicas, pues no olvidemos que dos cabezas piensan mejor que una.
En el ámbito profesional, es igual, compartir nuestros conocimientos, experiencias con los otros, para así formar un equipo de trabajo que más que un interés personal busque un interés común que repercutirá en un crecimiento profesional. Si bien es cierto que no siempre tenemos buena química con nuestros compañeros, o a veces creemos que no compartir lo que sabemos nos hace mejores, también lo es que el trabajo en equipo siempre es mejor, debemos ser solidarios, compartidos y respetuosos con los otros, pues a través de la interacción se construye el aprendizaje.
Mi labor como docente me compromete con lo anterior, todas las actividades que realizo en clase son trabajo en equipo, para formar en los alumnos, la idea de solidaridad, apoyo y respeto al trabajo con los otros. De igual modo, debemos buscar actividades que permitan el trabajo entre padres e hijos, para fomentar los valores y un desarrollo integral.
Por otro lado, otro aspecto a considerar es el ámbito de la investigación, Rojas Soriano (1992) nos habla de la deshonestidad que se da en este ámbito, en todos los niveles, el plagio, es decir no dar el crédito de las ideas de otros y apropiarnos de ellas, se da de manera cotidiana, el desarrollar una conciencia ética desde niños, nos llevará a evitar en mayor medida este delito, pues si bien es cierto que las ideas de otros nos enriquecen, también lo es que debemos dar crédito a quien se merece, el respeto debe ser general, en nuestros trabajos de investigación tomemos en cuenta las aportaciones de otros, pero reconozcamos su trabajo y sus ideas.
A mi parecer debemos de ser conscientes de que la comprensión de los otros es aprendizaje, pero inicia con la comprensión de nosotros mismos y nuestro contexto, prediquemos con el ejemplo y pongamos nuestro granito de arena para hacer de nuestro mundo, un mundo mejor.
“Tanto la situación histórica como nuestros principios éticos, cívicos y religiosos nos obligan a promover la formación de personas y ciudadanos con nuevas capacidades y sensibilidades éticas y cívicas. La UNESCO ha dicho en este mismo sentido que los cuatro aprendizajes fundamentales para el siglo XXI serán aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser. Estas necesidades educativas de nuestro tiempo no se satisfacen con meros conocimiento y destrezas específicos; se trata más bien de fomentar el desarrollo de nuevas mentalidades; de nuevas estructuras conceptuales; de nuevas actitudes y sensibilidades; de nuevas habilidades generales o competencias humanas.
Vivimos un momento en la historia en que nuestros pueblos reconocen la necesidad de comenzar a entender y atender, en forma reflexiva, creativa y crítica, en nuestras familias, vecindarios y escuela, el proceso de desarrollo humano y, dentro de ello, el aspecto del desarrollo moral. La escuela tiene que dejar de ser mero centro de distribución de información y desarrollo de destrezas técnicas; debe transformarse en un espacio en el que se promueva en forma deliberada y coherente el desarrollo integral de los estudiantes en sus múltiples dimensiones”. (VILLARINI).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
MORIN, Edgar, “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”. UNESCO, 1999.
ROJAS, Soriano Raúl, “Formación de investigadores educativos”, Edit. Plaza y Valdés, México, 1992.
VILLARINI, Jusino Angel, recuperado de http://www.monografias.com/trabajos37/conciencia-moral-etica/conciencia-moral-etica2.html el 12 de febrero de 2010.
Elaborado por: Adriana Laguna Galicia
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